El sorteo del Mundial 2026 se perfila como uno de los momentos más esperados del fútbol internacional. Por primera vez en la historia, la Copa del Mundo contará con 48 selecciones participantes, lo que modifica profundamente su estructura. Esto implica 12 grupos de 4 equipos cada uno, y un sistema de clasificación que permitirá avanzar a más equipos desde la fase de grupos.
En este contexto, los países anfitriones — entre ellos México — gozan de una ventaja especial: entran en el bombo 1 como cabezas de serie. Esto les asegura un lugar preferencial en el sorteo y evita que enfrenten desde un inicio a los equipos más fuertes.
Para la Selección Mexicana, esta condición reduce la incertidumbre inicial: asegura su presencia en un grupo “teóricamente accesible” y le da la tranquilidad de jugar como local/anfitrión, con todas las ventajas — de logística, ambiente, apoyo de afición — que eso implica.
Sin embargo, el nuevo formato también conlleva riesgos: con 48 equipos, la diversidad de selecciones participantes se amplía, lo que aumenta las posibilidades de encontrarse con equipos competitivos provenientes de los bombos 2, 3 o 4. Además, el hecho de que un mayor número de terceros lugares puedan avanzar significa que un “grupo de la muerte” podría desbalancear cualquier expectativa.
En resumen: para México, el sorteo y el formato 2026 ofrecen una combinación de oportunidad y cautela. Mucho dependerá del resultado concreto del sorteo y del rendimiento dentro de la cancha.
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